Good Bye, Lenin! es una película alemana de 2003, dirigida por Wolfgang Becker.
Octubre de 1989 no era el mejor momento para entrar en coma viviendo en la República Democtrática Alemana, y eso es precisamente lo que le ocurre a la madre de Alexander Kerner (Daniel Brühl), Christiane, una mujer orgullosa de sus ideas socialistas y dirigente del Partido Socialista Unificado entregada a la política tras el abandono de su marido a Alemania Occidental, que pierde el conocimiento al ver a su hijo metido en disturbios a raíz de una manifestación en contra de Erich Honecker, con la policía del estado que tanto admira. Alex se ve envuelto en una complicada situación cuando su madre sale del coma ocho meses después. Ninguna otra cosa podría afectar tanto a su madre como la caída del Muro de Berlín y el triunfo del capitalismo en su amada Alemania Oriental, y ya advertido por el médico de dejarla en reposo y sin grandes disgustos, para evitar una posible recaída, ocultará a su madre que el Muro de Berlín ha caído mientras ella estaba enferma. Para ello montará una serie de falsos telediarios, con ayuda de su amigo Denis, en los que escribirá su propia historia del país.
Por eso, para salvar a su madre, Alex convierte el apartamento familiar en una isla anclada en el pasado, una especie del socialismo en el que su madre vive creyendo que nada ha cambiado. Lo que empieza como una mentira piadosa se convierte en una gran estafa cuando la hermana de Alex y algunos vecinos se encargan de mantener la farsa para que la madre de Alex siga creyendo que nada había cambiado. Una de ellas es Lara, una enfermera soviética que Alex conquista durante el coma de su madre. Tras sufrir Christiane un nuevo infarto y ser ingresada de nuevo en el hospital, Lara le revela a esta que el muro ha caido. Poco antes de morir, viendo uno de los últimos telediarios falsos de Alex, Christiane es consciente del montaje que su hijo le ha preparado por amor.
Como trama paralela, la película revela la verdadera historia del padre de Alex y el reencuentro con su hijo.
A su vez, la película plantea críticas tanto al socialismo (lleno de parafernalias, burocracia y militarismo), como al capitalismo (repleto de símbolos vacíos y exaltaciones de lo meramente material); situa al personaje central como un hombre que vacila entre su rebeldía juvenil y sus observaciones del tiempo posterior a la caída del muro: las primeras son hechas de forma concreta, por ejemplo, mostrando la violencia ejercida por la policía de la DDR durante las manifestaciones, mientras que las segundas se verifican desde un plano un tanto más irónico, por ejemplo, cuando Alex crea un oximorón entre la película pornográfica, que se emite en una tienda del lado oeste de Berlín, y el concepto de cultura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario